Muy cercano a la Iglesia Parroquial encontramos el Convento de Las Agustinas de La Pasión, designado en un principio como Convento de la Pasión de Religiosas Canónigas Regulares de San Agustín. Lo funda hacia 1508 doña Petronila Cuadrado, por Bula Ponfiticia de Julio II, gracias a la colaboración económica de los Reyes Católicos y sobre todo a las limosnas aportadas por los vecinos del pueblo. Desde entonces la historia de la villa ha corrido paralela a la de esa pequeña comunidad de religiosas agustinas canonesas, en cuyos muros vivió la muy conocida Madre Trinidad. Sin mencionar las interesantes obras artísticas que custodia en su interior, en lo relativo a la arquitectura se desconocen los autores del convento inicial, remodelado en etapas diferentes. Así, en un primer momento, en el siglo XVI se levantan la entrada principal del convento y el torreón mirador. Hacia finales del siglo XVII, el arquitecto Cristóbal de Honorato y San Miguel, hizo, entre otras obras, la reestructuración del claustro. Y en una tercera etapa, a partir de mediados del XVIII, se reconstruyeron las celdas y posteriormente se levantó una nueva iglesia barroca, de bellas proporciones y planta rectangular, con coro bajo y alto ocupados por la comunidad de agustinas, en la que participaron los maestros de cantería Juan Vicente, Juan de Otero y José Vicente Castellanos, bajo la más que probable dirección del arquitecto portugués Manuel Méndez, lo que explicaría su clara filiación con la arquitectura barroca lusa. En la portada de la iglesia los canteros portugueses plasmaron el escudo de la abadesa fundadora en su segundo cuerpo, en él aparecen las insignias de su cargo: báculo y mitra, el corazón del escudo de la orden agustiniana y las cinco llagas en forma de cruz, el emblema del monasterio. En el interior podemos encontrar dos fantásticos retablos de madera sin policromar.